Breve autobiografía conceptual (English)

No me he dedicado a escribir profesionalmente, con lo que aburrirlos con mi biografía no tiene sentido, prefiero contar acerca de mí lo que considero relevante a lo que estoy publicando.  Vocacionalmente, por sobre todo me considero filósofo, al menos me siento identificado con alguna definición popular, por ejemplo lo de “buscar la verdad” que en mi caso empieza por mí mismo: siempre he intentado ver y juzgar basándome en mi propio criterio.  Gracias a la práctica diaria de este ejercicio a lo largo de mi más de medio siglo de vida puedo jactarme de no tener las canas de adorno y dar fe de que este fundamento en mi enfoque siempre me ha dado el mejor resultado, al menos en lo que exclusivamente de mí ha dependido.  Un ejemplo es la unidad conceptual de mi obra, aun yo mismo me sorprendo al releer mis novelas y corroborar que del primero al último tema o frase son ramas del mismo árbol, el lector se perderá entre asociaciones salvajes y erráticas, más de una vez creerá haber perdido el hilo (o sospechará que yo lo perdí) pero, créame, lo recuperará antes de darse cuenta.  Este nivel de coherencia no es planificado, no es posible sin el ejercicio de honestidad que antes expliqué, haber regado cada día ese árbol que es la propia personalidad.

Resumo y subrayo la idea principal: mi criterio y por ende mi personalidad son mi propia artesanía y mi mayor responsabilidad.  Este enfoque tiene una sola contra, pero lo suficientemente grande como para desalentar al más valiente: relacionarse con un mundo que va exactamente en la dirección opuesta, en el que se elige deliberadamente la mentira bonita.  Ya siendo un niño notaba que lo que yo decía incomodaba a la gente, en ese entonces no me daba cuenta de por qué.  Pasé toda mi infancia, adolescencia y parte de mi juventud callando, para no perder los pocos amigos que tenía, pero uno no puede callar de por vida, a la larga igualmente acabé perdiéndolos.  A esa altura asumí que daba igual, teniendo en cuenta esta diferencia radical de enfoque no hay forma de exponer mi forma de pensar acerca de ningún tema, sea banal o importante, sin que incomode al resto.  Con respecto a publicar mi pensamiento la mejor analogía que se me ocurre es la de pregonar los perjuicios de beber alcohol en una sociedad de alcohólicos, lo que completa mi idea de la vocación que también coincide con otra definición popular de “filósofo”: tonto que pretende arreglar el mundo.  No es por parafrasear al conocido filósofo, además de por deducción lo digo por experiencia, al menos conceptualmente, lo que escribo va dirigido a muy pocos o a ninguno.

A despecho de todo esto entiendo que a cierta edad no estamos para dramas, si usted es de los que buscan entretenimiento en la lectura (y además es bueno esquivando piñas) sepa que el tono satírico de mis novelas las hace también aptas para el mero disfrute.  Y por sobre todo su genuino folclore.

     - Walter -

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